sábado, 24 de octubre de 2015

PRISIONEROS DEL "LICENSING EFFECT"


Todos tenemos una opinión más o menos estática de nosotros mismos acerca de cómo de buenos o malos somos en algo.

Si realizamos una acción que difiera mucho, tanto por exceso como por defecto con el autoconcepto, tendemos a obrar en signo opuesto para compensar.

Por ejemplo, si normalmente como sano y un día me paso, es probable que la siguiente comida sea más saludable de lo normal. O al contrario, si mis hábitos alimenticios son bastante mejorables y un día como algo que considero una opción muy saludable, es muy probable que me recompense con un premio en forma de comida basura en una dosis más alta de lo habitual.

No lo digo yo, lo dicen psicólogos americanos que han acordado llamar a este fenómeno el “licensing effect”  (algo así como “el efecto licencia”) 

Otra cosa que dicen los psicólogos americanos es que no importa si la acción es objetivamente buena o mala, sino cómo la percibimos nosotros.

Repartieron placebo a un grupo de fumadores diciéndoles que era un aporte extra de vitamina C y todos acabaron fumando el doble ese día.

Hicieron lo mismo con un grupo de no fumadores y todos acabaron comiendo algún alimento poco saludable a modo de capricho.

Ambos percibieron que el aporte extra de vitamina C era algo más bueno de lo normal y por lo tanto compensaron con una mala acción para acomodar sus hábitos a su autoconcepto.

No me extraña que la estrategia de manipulación que usa mucha gente sea hacerte sentir mal por algo que les hiciste o dijiste para obtener una prebenda a cambio.

Igual tiene sentido que nos portemos mal en algún momento con alguien a quien hemos tratado excesivamente bien.

La publicidad conoce bien este “licensing effect” y lo usa para vendernos productos.

Diferimos poco de los ratones que se usan en experimentos. Cierto es que poseemos un lenguaje aparentemente complejo y a veces vestimos de traje. Es también verdad que poseemos la capacidad de hacer experimentos con sujetos de nuestra propia especie y que nos pensamos y analizamos a nosotros mismos; pero todos estos espejismos de sublimidad se van al traste cada vez que sentimos la necesidad de hacer caca.

 

 


 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario