miércoles, 28 de septiembre de 2016

OPTIMISMO DESMESURADO

Si está para ti, nadie te lo va a quitar. Ya te llegará.
¿Quién puede creerse semejante afirmación tan naíf y simplista?

Túmbate en la cama y entra en modo ahorro de energía que nadie te va a arrebatar lo que te pertenezca por destino.

¿Quién no ha dicho alguna vez algo parecido? Me molesta el buenrollismo cuando se vuelve dogmático y se convierte en un lugar común.
.
Deja que todo fluya naturalmente y tus proyectos irán sobre ruedas. Si te concentras y deseas de verdad algo, si realmente eres capaz de visualizarte consiguiéndolo, el mundo acabará por otorgártelo.

En serio, hay quien escribe libros que se convierten en bestsellers desarrollando esta tesis. ¿Cómo es que seguimos aún echando mano a este tipo de “ultraoptimismo” en muchas ocasiones?

El pesimismo (ser consciente y prestar atención a lo “pésimo”) se ha convertido en un tabú prácticamente en un mundo bombardeado por sonrisas perfectas.

Estoy de acuerdo en que el mal rollo y el pesimismo son dos enemigos a combatir como fuente de infelicidad. Pero de ahí a pasar al extremo contrario y pensar que existen los osos amorosos de los dibujos animados hay un trecho.

Un término medio, que diría Aristóteles. No visualicemos la vida como un valle de lágrimas pero tampoco como un lugar plagado de bondad y proyectos que con esfuerzo y constancia siempre llegan a buen término. 

Las peores personas que he conocido son aquellas que se sienten injustamente despojadas de algo por lo que lucharon y que la vida no les concedió.

¿Tan difícil es aceptar que hay veces en las que aún luchando y con la actitud adecuada, no conseguiremos ese objetivo que creemos nos pertenece por decreto?


  

sábado, 10 de septiembre de 2016

FLUCTUACIONES



Heráclito de Éfeso decía que nunca te puedes bañar en el mismo río porque el agua fluye sin pausa y que lo único certero era el continuo cambio.

Y tenía razón. Nada es estático. Todo muta, mejora, empeora, evoluciona, degenera, crece, disminuye, sube, baja, se evapora, se derrite, se solidifica, arde, crece, envejece, muere…

Las relaciones sociales son tan cambiantes como la materia. Y sin embargo, tendemos a pensar en ellas como algo estático.

Esta persona es “mi amigo”, “mi pareja”, “mi enemigo”, “mi vecino”, “mi compañero de trabajo”, “mi jefe”, “mi ídolo”, “mi prototipo”, etc.

Nos gusta poner etiquetas, clasificar la realidad y ordenarla en cajones. Hay personas más metódicas que otras. Algunas meten dentro del mismo cajón relaciones muy heterogéneas llamándolas por el mismo nombre. Otras, en cambio, son unas obsesas del orden y analizan detenidamente cualquier tipo de relación antes de introducirla en cada compartimento.

No es un error clasificar la realidad para poder lograr entender su complejidad de alguna manera. Es inevitable catalogar para interpretar. Es más, quizás sea la única forma de obtener un  cierto grado de comprensión de lo que nos rodea.

El craso error consiste en cerrar los cajones con llave y pretender eternizar lo perecedero, conferir estatismo a lo dinámico.

No. La vida es un pez que resbala de las manos y no la empuñadura de un machete.

Las consultas de los psicólogos están llenas de personas que se empeñan en atrapar truchas con las manos embadurnadas de aceite.

viernes, 9 de septiembre de 2016

PERSONALIDADES



No te preocupes por lo que los demás puedan pensar de ti, estarán ocupados en tratar de averiguar lo que tú piensas de ellos.

La gente está tan inmersa en su singularidad que más que pensar en los demás, los utiliza a modo de espejo para conocerse a sí mismo. Tú eres tú porque te comparas con los demás consciente o inconscientemente. La diferencia con respecto al resto te define y te hace único.

¿Por qué a veces tratamos a toda costa de encajar, de agradar o de no desentonar, entonces? En otras palabras, ¿por qué buscamos la aprobación y valoramos el criterio ajeno más que el nuestro?

Muy fácil, porque si sólo nos fiáramos de nuestro propio criterio seríamos Marujita Díaz o el “Pozí” que en paz descansen, Leonardo Dantés o Loli Álvarez. Nadie es normal en el fondo. La normalidad es un consenso, un constructo social. Lo normal es la anormalidad, que cada uno sea diferente.

Hay tres perspectivas básicas para cada uno: como nos vemos, como creemos que nos ven los demás y como nos ven los demás en realidad.
Combinando estos tres elementos, llegaremos a establecer los tipos básicos de personalidades.

Puedes verte mal, pensar que te ven mal y no estar tan mal considerado o puedes tener una opinión  excesivamente favorable de ti mismo y creerte valorado por los demás cuando, en realidad, pasas desapercibido, por poner solo algunos ejemplos.

Ya os sonará eso de “vive tu vida de acuerdo a tu propio criterio sin importarte lo que piensen los demás” pero ¿hasta qué punto somos completamente libres del criterio ajeno? Si hasta para comprarte un triste mechero preguntas a tu acompañante qué color le gusta más, alma de cántaro… De acuerdo, semejante trivialidad no cambia el rumbo de ninguna vida pero si uno piensa con detenimiento ¿cuántos de nosotros hemos llegado a este  mundo gracias a una opinión ajena que nuestros progenitores interiorizaron sin darse cuenta? ¿Cuántos seres humanos tienen su génesis en el “ya deberíais de ir buscando al bebé”?

 Lo pienso y no sé qué es peor: si ser fruto de un descuido o fallo en un método anticonceptivo, ser un hijo cuya gestación fue motivada por la opinión del círculo que rodea a tus padres o ser concebido  en un encuentro sexual con orgasmo fingido. Siempre sostuve la teoría de que los pusilánimes fueron engendrados en un orgasmo simulado.

Si la gente cree en los horóscopos, debería investigar más aún su génesis. El tipo de polvo que echaron para concebirte y lo que lo motivó debe determinar más tu personalidad que las constelaciones estelares, estoy totalmente convencido.
  

¿EXISTES?

Cómo poder estar seguro al cien por cien de que uno existe, bien podría tratarse sólo de una ensoñación.

Pellízcate y hazte visible.

Échate mucho perfume, como las señoras mayores a la hora de ir a misa o los macarras marbellíes. Huelo, luego existo.

Pierde kilos y ahorra pasta, nunca se es lo suficientemente rico o se está lo suficientemente delgado según Coco Chanel. Adelgazo y acumulo dinero, luego existo.

Píntate en exceso, conviértete en algo parecido a un mimo callejero. Me maquillo, luego existo.

Sal de juerga todo lo que puedas y cuelga las fotos de tus excesos etílicos en las redes sociales jurando que fue el día más feliz de tu vida e instando a tus compañeros a la siguiente. Me alcoholizo y vomito, luego existo.

Folla a tope. Copulo, luego existo.

Dale muchos besitos a tu “pichurri”. Atosigo, luego existo.

Cómprate mucha ropita de marca. Consumo, luego existo.

Pero por favor, ni se te ocurra cuestionarte en ningún momento el mundo en el que vives, el cómo hemos llegado a la situación actual o si intentan manipularnos. Acéptalo tal cual está, como lo acepta el animal al nacer. Sé una bestia arrojada al mundo.