jueves, 29 de enero de 2015

VENTAJAS DE SER UNA MALA PERSONA, DROGARSE MUCHO Y TENER SEXO AL DESCUBIERTO


No quisiera desilusionarte, pero no vas a encontrar una lista detallada, entre otras cosas porque no creo que drogarse, ser una mala persona o hacerlo al aire libre te vaya a reportar ventaja alguna.

Sin embargo, estoy casi convencido de que las estadísticas de visitas al blog quizás aumenten, y todo por un titular sensacionalista, por llamarlo de alguna manera.

Gritar no hace que nuestras opiniones lleguen de verdad a los demás, pero la atención sí que la capta. Eso es este post, un ridículo grito que estoy seguro se oirá a más distancia y se traducirá en más visitas al blog, pero nada más.

 
 
 
 
 
 
 
 

martes, 27 de enero de 2015

PUEDE USTED LLORAR POR UN OJO


La gente va al psicólogo cuando se siente triste, apática, ansiosa, rota por el desamor, insomne, inapetente sexualmente hablando, neurótica, obsesiva, frágil, atrapada…

La gente quiere ser el superhombre de Nietzsche en “Así Habló Zaratustra”

-Buenos días, doctor.

-Buenos días, paciente ¿Ha renunciado usted por fin a su moral de siervo?

-Debo confesar que me cuesta no ser humilde. Confieso mirar al resto del rebaño y me horroriza la idea de sacar los pies del tiesto.

-Bueno, bueno, tenemos un problema si usted rechaza de entrada el riesgo.

-Figúrese, ayer cambié una camisa porque me resultaba de un color muy chillón…

-¿Por qué color se decantó finalmente?

-Gris o negro gastado, es mi color favorito. La camisa es lisa y sin dibujos.

-¿Ha dejado de plantearse el sentido de la vida cuando mira al mar si se siente triste?

-No sabría qué decirle, no quisiera decepcionarle.

-¿Por qué considera que me decepcionaría si así fuera?

-Usted me hizo una pregunta capciosa.

-¿Se siente amenazado por el tono que he empleado?

-Confieso que me da un poco de miedo.

-Levántese y clávese esta aguja en el dedo pulgar varias veces.

-¿Eso duele mucho?

-Compruébelo usted por sí mismo. No sea cobarde.

-¡Ay, ay, ay!

-Dígame, ¿qué ha sentido?

-Dolor físico y satisfacción de haber cumplido su dictamen, sé que me curaré finalmente con un poco de paciencia.

-Ingiera este placebo.

-Doctor…verá…perdone mi osadía, pero, ¿existe algún efecto secundario si lo tomo en ayunas tal como indica el prospecto?

-No sé, es la primera vez que lo receto. Usted es francamente un paciente reto para mí. Además, ya se sabe, los placebos están supeditados a la fe del consumidor.

-Nunca cuestionaría su profesionalidad y su “savoir faire”, estoy convencido que es lo que necesito. Pero dígame, ¿me quedaré calvo si me administro una dosis más alta de la que usted me ha prescrito? No soportaría la idea de ser un lampiño neurótico. Todo el mundo me señalaría con el dedo índice en el trabajo a la hora del almuerzo.

-Le diré una cosa, si usted se da la vuelta, verá un espejo. Póngase de frente al mismo y háblele a su peor enemigo.


La gente…está hastiada de ser gente.

 

 

 

 

lunes, 19 de enero de 2015

DRAMAS DEL PRIMER MUNDO





Piensa en la última vez que intentaste quitarle hierro a alguna nimiedad que te estaba amargando la vida (permitidme el uso de la hipérbole)  y reflexiona por qué aún siendo consciente de la poca envergadura de la preocupación, no conseguiste quitarle hierro y anduviste una buena parte del día dándole vueltas al asunto.

Me refiero a ese tipo de menudencias de primer mundo que te sacan de quicio. Por ejemplo, los zapatos que me he comprado me aprietan el pie y no puedo cambiarlos por otros porque los compré cuando estaba de vacaciones y no es plan de viajar 600 kilómetros para ir a una zapatería.

Otro ejemplo, si le hubiera dicho esto no me habría respondido aquello y no se habría salido con la suya llevándonos a ese restaurante de mala muerte.

Cuando te pase eso, agarra un punzón y hazte pequeñas incisiones en la mano para desviar la atención del cabreo. Verás cómo funciona. Es broma, hiperventila mejor a ver si consiguiendo un mareo vences al monstruito aunque solo sea momentáneamente.

Medio mundo se debate en guerras y hambre y tú te cabreas porque no te abrochan los pantalones.

La prostitución infantil es una lacra en países del tercer mundo y tú te enervas porque no consigues encontrar unos zapatos que te vayan a juego con el vestido para la boda a la que por cierto vas más por compromiso que por voluntad propia.

Millones de personas no tienen acceso a agua potable y a ti te ha salido un grano en la frente (encima con un montón de pus y se nota que te cagas, ¡drama!)

El mundo es un baile de contrastes y el ser humano posee una perspectiva inmediata y centrada en su entorno más  inmediato que lo torna un ser de lo más ridículo.

Pues eso, igual en vez del punzón, cuando te cabrees por alguna idiotez, mejor ábrete al mundo e igual encuentras un montón de razones para dejar atrás esa aura de ser atribulado que te sienta tan mal y baja tus defensas haciéndote propenso a contraer cualquier tipo de infección. OPEN YOUR MIND!

 
 
 

jueves, 8 de enero de 2015

AL CIELO O AL INFIERNO



Hoy  me dio por pensar en qué sería de la sociedad actual si todos y cada uno de nosotros fuésemos en todo momento realmente conscientes de ser pasajeros a bordo de una nave con destino a ninguna parte (alias muerte) y si los convencionalismos y rituales que sustentan la sociedad capitalista actual no se vendrían abajo si todos tuviésemos un pequeño reloj en la muñeca con una cuenta atrás hasta el fin de nuestros días.

 La negación de la muerte y el instinto de supervivencia son los dos pilares que sustentan la convencionalidad, ¿qué pasaría si el Carpe Diem dejase de ser un tópico para convertirse en un leitmotiv real que gobernase nuestras vidas? ¿La vida sería mejor o peor que ahora?

Quizás la consciencia real y omnipresente de la muerte acabaría con la clase productora que terminaría por aburguesarse y convertir el planeta Tierra en un oasis de hedonistas insostenible que devendría en la aniquilación de la especie humana. O tal vez el hecho de ser conscientes de la fecha de caducidad del prójimo en todo momento nos haría  ser más empáticos.

Lo confieso, el tema muerte me obsesiona. Pienso en ella a diario y me hace meditar muy a menudo. Algunas veces, el hecho de pensar en ella me ayuda a relativizar el miedo que le tenemos. ¿Qué  más da todo si al fin y al cabo vamos todos al mismo sitio?  ¿por qué nos empeñamos en arrebañar unos cuantos míseros e insignificantes años a la vida si la muerte es eterna?

Otras veces, me causa una tristeza infinita. Somos tan sumamente antropocéntricos aún que necesitamos creernos perpetuos e inventamos mil formas de sobrevivir a la muerte (cielos, reencarnaciones e incluso infiernos)

El infierno da muchísimo miedo,  el cielo no tiene tanto tirón, quizás porque si existiese sería una tierra despoblada, ¿o acaso podemos esperar que algún ser humano que viva en sociedad cumpla los requisitos para ingresar dentro del mismo?

Por eso no creo en lo que dicen los psicólogos de que no hay que castigar o amenazar a los niños sino recompensarlos cuando hagan algo bien. El infierno mueve más conciencias que la promesa de un paraíso para justos.

No sé, supongo que el hecho de que hoy casi me atropella un coche al cruzar un paso de peatones ha contribuido en gran medida a esta reflexión tan tremendista.