Esta mañana he bajado
al paseo marítimo a caminar. Me puse la gorra y las gafas de sol y me coloqué
los cascos para escuchar una selección de mis canciones preferidas en el MP4.
Andar sin rumbo me gusta, el movimiento infructífero y carente de objetivo
alguno me relaja. ¿Acaso no imito a la Tierra rotando sobre sí misma y
volviendo al mismo punto al final de cada día o cuando gira alrededor del sol
para volver una y otra vez a la misma posición de la que partió al cabo de 365
días?
¿Qué es el paso del tiempo
sino los inanes rodeos de un planeta en el que te ha tocado vivir? Nada más que
eso. Una vuelta más al sol y tú organizas una fiesta, te miras al espejo y te
preguntas cómo es posible que ya hayas cumplido otro año si parece que fue ayer
cuando soplabas las velas de tu edad obsoleta.
La nostalgia de tus
quince años no es más que la nostalgia de las quince rotaciones de la Tierra
alrededor del Sol desde el momento en que naciste. Quince vueltas que la llevaron
al mismo punto de partida pero que a ti te transformaron como por arte de magia
en un adolescente algo perdido pero con ganas de llegar a la mayoría de edad.
Una vez eres consciente
de lo que significa cumplir años, te acuestas con los brazos en cruz panza
arriba sobre la cama, imitando la crucifixión de Jesucristo, que vino al mundo
para librarte de la muerte muriendo él mismo, de la misma manera que la Tierra
se empeña en moverse para luego volver al mismo punto del que partió.
Te asalta el miedo
cuando reparas en los viajeros que llevan mucho tiempo dando vueltas
improductivas en tu planeta; virajes que siempre los llevan al mismo punto de
partida pero sin embargo cada vez más mustios, exánimes, decaídos y endebles y
mientras miras al techo, aún con los brazos en cruz, haces tus cuentas...
Aún soy joven, todavía
me queda un número considerable de vueltas para llegar a ese estado de
fragilidad.
Y sin embargo, de
repente te das cuenta de la trampa que te has tendido a ti mismo al recordar
que ya eres un viajero algo mustio y ajado y que te encuentras en el número de
vueltas que no hace mucho ya considerabas como el principio del declive.
Te das la vuelta y te
colocas boca abajo, esta vez levantando los brazos, quizá adoptando
inconscientemente el gesto del que se
rinde y se muestra desarmado ante el enemigo.
Otra vuelta más…
¡Qué alegría leerte!
ResponderEliminarMe encanta la frase "La nostalgia de tus quince años no es más que la nostalgia de las quince rotaciones de la Tierra alrededor del sol desde el momento en que nacistes"
El pasado viernes la Tierra dejó de rotar para una amiga y compañera de la EGB. Llevaba 45 rotaciones. Muy pocas a mi entender :-(
Un beso y no dejes de escribir
Nuria, me alegro de que sigas leyéndome. Lamento lo de tu amiga. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias. Es un placer siempre leerte aunque he estado unas semanas ausente. Besos
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