lunes, 12 de diciembre de 2016

GOLPES DE BUENA Y MALA SUERTE.


No lo digo yo, lo dicen los matemáticos: la probabilidad de que  a usted le toque la lotería de Navidad es de una entre cien mil suponiendo que compre un boleto. Comprando más números, las posibilidades aumentan, pero el crecimiento de la posibilidad de resultar ganador es más lento que le inversión que requiere, es muy caro comprar la suerte.
Para colmo de males, basándonos en estadísticas actuales de seguridad vial, es más probable que le atropellen a que le toque la lotería. Mientras leía esta información en el periódico esta mañana, se me ocurrió una clasificación de tipos de personas:
Por una parte, están aquellas que piensan que a pesar de las pocas posibilidades, algún día les va a tocar la lotería. En este grupo entraría mi madre, que me amenaza a diario con largarse a un asilo de cinco estrellas cuando le toque la lotería.
-         Pedirás parte a las vecinas y me buscarás desesperado como Marco, pero lo único que te dirán de mí será que me largué en un taxi con lo puesto y no respondí cuando me preguntaron adónde.

O supedita cualquier acontecimiento a los números de la primitiva.
-         La próxima vez que vengas a verme no sé si me pillarás aquí.
-         ¿Pero por qué no, mamá?
-         Me va a tocar la lotería y habré picado billete.

En el otro grupo están las que piensan que tienen "la negra" y “se curan en salud”. A este grupo pertenecería una antigua alumna de la que fui tutor hace tiempo. El día que unos enfermeros vinieron a clase a dar una charla sobre métodos anticonceptivos y de prevención de las ETS, comentó a toda  la clase que a pesar del bajo riesgo de embarazo tomando la píldora y usando condón al mismo tiempo, insistió en si no sería mejor poner los condones dobles.
-         Con la mala suerte que tengo, seguro que preño- se quejaba en voz alta frente al resto de compañeros.
La azarosa diosa fortuna es imprevisible. De hecho, la rutina es una ilusión mental. En cualquier momento nos cambia la suerte para bien o para mal y nos quedamos con cara de panoli.
El factor sorpresa y el “nunca se sabe” siempre están volando alrededor de nuestros planes. La vida es muy larga y da muchas vueltas, tantas, que a veces uno se marea y no da crédito a lo que acontece el día que menos esperábamos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario