Si vas a decirme que me como mucho la cabeza, ahórrate el
comentario porque no me estás diciendo nada nuevo.
La chica que te sirve el jamón cocido en el supermercado
podría haber descubierto el placer de masturbarse con el grifo de la ducha a
toda presión y haber desarrollado una parafilia adictiva contando cada día los
minutos que faltan para llegar a casa después del trabajo y despilfarrar litros
de agua ignorando la sequía de la huerta
murciana para autocomplacerse, sintiéndose culpable al cometer semejante pecado
a nivel moral e ignorando el estropicio ecológico.
-¡Qué cosas tienes!
Vale, pero la posibilidad existe. O al menos yo me la
planteo.
El conductor de autobús que te acaba de cobrar el billete
podría ser un obsesivo compulsivo que vive solo y cuenta las pipas de girasol
que va a ingerir porque a él lo que le gusta es comer exactamente doscientas
cincuenta y siete mientras ve su
programa favorito antes de irse a la cama los jueves, y si toma una más o una
menos, no consigue conciliar el sueño esa noche.
Tu amiga del alma, que conociste en la más tierna infancia,
te desea en secreto una enfermedad lenta y dolorosa cada vez que te vas con
ella de compras y en el probador, tú le pides que te cambie la falda de la talla
treinta y ocho por otra más pequeña.
El barrendero de tu barriada hace una parada furtiva para
masturbarse cada día cuando ve bajar a la vecina del sexto.
La mujer de tu jefe tiene un amante que la cita cada martes a
las siete de la tarde para vestirla de caperucita roja y humillarla haciéndole
lamerle las suelas de los zapatos.
A tu vecino del quinto le gusta impregnar con restos de semen
la barandilla en la que tú te apoyas cuando subes cargada con las bolsas del
súper.
El funcionario que ha dado registro de entrada a tu escrito
de reclamación estuvo a punto de suicidarse anoche.
La pareja ideal que todos envidian no tienen sexo desde hace
años.
Al hijo de tu compañera de profesión que ha sido ascendida le
gusta hacerse caca encima y restregarla por las paredes de la casa.
Tu socio engaña a la mujer con un travesti cubano.
La madre de tu amiga, la que está obsesionada con el orden en
casa, es alcohólica y se ha tomado pastillas en varias ocasiones.
No sigo, estamos en horario infantil y no creo que sea necesario.
La vida es extraña. Lo que los demás nos muestran no es más que la punta del iceberg. Reconozcámoslo:
la gente está loca (no te incluyo a ti, corazón, que sé que tú eres muy normal,
rey/reina)
La extrañeza de la vida a veces me motiva y otras me da
pereza o simplemente hace que me sienta el ser más vulnerable ¿Qué secreto
censurado encerrará este ser humano que me sonríe en el pasillo cada mañana en
el trabajo?
Si es sólo que se masturba con la ducha, me la trae floja. Pero
el problema es que mis elucubraciones van mucho más allá y uno no puede evitar
pensar en todo tipo de perversiones ya no parafílicas, sino peligrosas a
terceros tipo “los rubios de pelo rizado llevan el germen del mal y deben ser
exterminados”.
No creo en la simplicidad y en el “what you see is what you
get” (lo que ves es lo que hay) del que hablan los ingleses .
Considero que el ser humano es demasiado complejo para ser
juzgado por su rol en sociedad. Es en la soledad más absoluta, desprovisto de
toda audiencia, cuando el subconsciente empieza a hacer de las suyas.
Tuve una infancia no infeliz en la que mi madre, que me
duplica con creces la edad, era capaz de hacerme sentir seguro proporcionándome
modelos de conducta y respuestas a dudas que yo le planteaba.
Ahora, de adulto, cuando conozco a otros adultos que me
duplican prácticamente la edad y se comportan como niños malcriados, he conocido el miedo y
la sensación de estar a la intemperie. El apoyo materno no fue más que un
colchón fantasma previo a la cruda realidad.
Eso es para mí la adultez: el ser consciente de la
complejidad del ser humano, la falta de respuestas y el tener que lidiar con niños malcriados a punto de
jubilarse. Lo sé, campeón/a. Es absolutamente desolador.
Después de esto contaré cuántas pipas se toma el conductor. Y os dejo que hoy me toca ducha ¡mmm!!!
ResponderEliminarDigo yo que alguno podria rezar el rosario
ResponderEliminar¡Ja, ja, ja! Y chapeau al colofón del post.
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