Septiembre es un mes que da mucho juego al igual que enero. El
fin de las vacaciones nos hace querer ser mejores en algo a modo de
compensación por lo que dejamos atrás.
¿Cuándo empezó a ser
traumático el final del verano? Sin lugar a dudas, la serie Verano Azul tiene
parte de culpa. Este verano pude ver el último episodio de su enésima reposición
y me resultó tan triste ver cómo Julia con su cara de buena persona capaz de
resolver todos los dilemas morales de cualquier ser humano respondía “¿Quién
sabe?” cuando Barrilete, el policía local, le preguntaba si volvería a veranear en el
mismo sitio al año siguiente.
Y no hablemos ya de la canción del Dúo Dinámico invitando a
todo el mundo a abrirse las venas al unísono con un cutter bien afilado. El
final del verano llegó y tú partirás/ Yo no sé hasta cuándo este amor
recordarás…
Tal como llegó, se fue, así que apechuga. ¿O acaso te creías
que te ibas a pasar el resto de tu vida en la playa a la bartola? ¡Menudo
ingenuo ocioso holgazán parásito que solo sabe ir a terracitas y levantarse
siguiendo el ritmo natural del cuerpo humano prescindiendo de artefactos
ruidosos que suenan por la mañana temprano para hacer de ti un ser productivo
al servicio de la sociedad!
No te lo tomes como algo personal, es lo que hay. Dicen que
el trabajo es un invento genial para ocupar la mente cinco días a la semana (o
seis o siete, dependiendo del negrero en cuyas manos hayas tenido la desgracia
de caer)
Tranquilo, no todo
está perdido, el otoño llegará con su belleza y su aire de nostalgia y con él
los paseos al atardecer pisando hojas caídas a la espera de una futura regeneración total
de la naturaleza cual Ave Fénix.
¡Hala, qué bonito! Pero
yo quiero seguir levantándome a las tantas. No ha nacido aún el poeta que
consiga lavarme el cerebro a fuerza de versos cursis y rancios paralelismos
entre estación del año y etapas del ser humano. Ya está muy visto.
Algo de broma hay en lo que acabo de decir. Tampoco creo que
un eterno veraneo me hiciera feliz. Necesito del invierno para apreciar el
verano y quizás a la inversa.
Es más, creo que el verano está sobrevalorado, basta escuchar
los superéxitos veraniegos donde las letras tienen básicamente dos leitmotiv:
el calor y la fiesta.
La climatología empezará a marcar una nueva etapa en tu vida.
Está bien cambiar de vez en cuando, ¿no? (Esto que estoy haciendo se llama
autosugestión)
Y ahora, vayan desempolvando sus guitarras, sus tarjetas del
gimnasio, sus coleccionables de Planeta de Agostini, su matrícula de la academia
de inglés, sus zapatillas para correr por las tardes, sus zapatos de claqué, su
libro de cocina y su Thermomix o cualquier otro distractor que les ayude a
encajar mejor el golpe. ¡Ánimo campeón/a!
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