José Gutiérrez cree
que se burla del mundo cuando cada mañana se levanta y tras poner la cafetera a
fuego lento, se mete de nuevo en la cama mientras espera a que se haga el café.
Este ritual matutino se ha convertido en una travesura que le hace gracia a la
vez que le ayuda a paliar la apatía cotidiana de lunes a viernes.
-Otra vez a la oficina
¡qué ganas de que me toque la lotería de una vez por todas!- murmulla mientras busca el mando a
distancia para encender la tele.
El informativo matinal comienza arrojando estadísticas de
paro, víctimas de accidente y malos tratos, porcentaje de fracaso escolar y
número de divorcios, fluctuaciones bursátiles, incremento del IPC e impuestos.
-Las buenas noticias no
venden. La felicidad es anodina- piensa José.
Se asoma a la terraza de su séptimo piso y contempla la
ciudad café en mano.
-Hoy estoy enfermo
porque sí, no pienso ir al trabajo- maquina en autodiálogo.
Tragándose el último sorbo de café, se cuela de nuevo en el
salón de su apartamento y echa mano del móvil para llamar a Luisa, la
secretaria.
Finge malestar.
-Luisa, no me encuentro
bien. No voy a poder ir a trabajar hoy.
-¡Vaya por Dios! No te
preocupes que yo se lo traslado a Rodrigo. Mejórate que se te nota muy
pachucho.
-Gracias- responde
con voz apagada.
O Luisa es una pardilla y se lo ha tragado, o le ha tomado el
pelo y sabe que es cuento pero se las trae al fresco. No sabe qué es peor.
José vive solo desde que se divorció y lleva una vida de
huraño refunfuñón que no se aguanta ni a sí mismo. La vida en solitario le ha
hecho conocer su propia naturaleza plañidera y latosa. Ahora no tiene excusas
para culpar a nadie cuando hace algo mal. A lo sumo, profiere algún exabrupto
contra su persona a modo de redención aunque sepa que la autocrítica es nociva para
la autoestima.
-No podré cambiar mi vida,
pero hoy me toco los huevos- se dice a sí mismo ante el espejo.
Decide tomar un baño relajante y para ello busca música
apropiada en el portátil. Se decanta por un álbum de Enya.
Llena la bañera hasta la mitad y se tumba hacia atrás. La
pared trasera está fría. Hace olitas
para calentar la porcelana y poder apoyar la espalda a gusto. No hay espuma.
Echa un chorro de jabón líquido y chapotea para crear burbujas. Al cabo de unos
cinco minutos se harta de estar en remojo.
-¿Qué mierda le verá a
esto la gente? Yo estoy ya negro de baño.
Aguanta unos minutos más. El portátil se queda sin batería y
se apaga despojándolo de banda sonora.
-¡A tomar por culo! Me
salgo.
Se lía el albornoz y se dirige a su dormitorio. Abre el
armario e inspecciona la ropa para seleccionar la indumentaria apropiada para
pasar su día libre. Advierte que no tiene pantalones limpios y tiene que poner
una lavadora.
-Sí, hombre. Me voy a
quedar de amo de casa ahora que el cabrón de mi jefe estará cagándose en mi
puta nación. Cojo estos vaqueros mismos y a volar. Las camisas están sin
planchar. Me quito de comer si hace falta pero de la semana que viene no falla
que contrate una chacha por mis muertos. Me pongo esta camiseta de los Rolling
Stones.
La camiseta le hace barriga.
-Me cago en todo. Voy a
tener que empezar a salir a correr o a hacer algo.
Busca un calzado cómodo acorde al día de asuntos propios que
se ha tomado por su cara bonita y comienza a bromear frente al espejo del
armario fingiendo un diálogo con su jefe.
-Rodrigo, hoy te van a
dar por donde gotea la jarra, corazón. Este que está aquí se va a tomar un día
libre. Saca tú el trabajillo, pedazo de degenerado ¿El qué dices tú? ¡Habla
fuerte, coño, que no te escucho!-Estalla en carcajadas tirándose de espaldas en la cama.
CONTINUARÁ…(Si consigo al menos 50 likes/comentarios)
Me interesa para ver si puedo empatizarlo.
ResponderEliminar