lunes, 22 de diciembre de 2014

AFECTO NAVIDEÑO


Se puede confundir  sentimiento con sentimentalismo y si no, pensad en la última vez que os dio vergüenza ajena una muestra de cariño en público; ese beso o esa manifestación de afecto desmesurada de la que fuisteis testigos mientras deseabais estar en otro lugar lejano y remoto sin poder hacer nada por evitar la escena.

Ocurre a menudo que un exceso etílico o un simple deseo de notoriedad que brota desde el interior del sujeto afable desemboca en una exhibición barroca de devoción absoluta hacia otra persona. Suele ocurrir a menudo en reuniones aunque a veces solo es necesario que existan dos personas para que tan embarazoso episodio tenga lugar.

El incidente nos pilla de sorpresa a medias, puesto que normalmente se ve venir.

-Verás tú por dónde sale este ahora…

Cruzas los dedos en un arrebato de superstición sobrevenido para intentar que el cataclismo no se produzca sin saber muy bien qué otra cosa hacer para rehuirlo.

De poco sirve apretar los dientes. Lo normal es que la sospecha se materialice y acabe por estallarnos como lo haría una granada defectuosa, en plenas manos.

La Navidad es, sin duda, la época del año en la que más se dan este tipo de situaciones incómodas. La decoración y el ambiente kitsch es el caldo de cultivo perfecto para el histrionismo y la pantomima excesiva.

Rara vez las felicitaciones se quedan en un saludo diplomático sin más pretensiones. Parece que el centelleo del alumbrado navideño afecta al cerebro de la gran masa y enternece de sobremanera el corazón del pueblo.

En esta época me convierto más que nunca en espectador del gran teatro de las relaciones sociales ritualizadas. Obviamente, no soy ningún niño ferino y por lo tanto, me veo en cierto modo obligado a ser partícipe de ellas  al mismo tiempo.

Cada año se me agudiza más el sentimiento del ridículo al presenciar escenas de sentimentalismo desmedido o cada año la gente se vuelve más excesiva al mostrar afecto a terceros en público. No me tachéis de huraño, no es eso, lo que pasa es que lo exorbitante me resulta incómodo. Algo así como que quizás esto debiera estar regulado por ley al igual que la emisión de CO2 a la atmósfera. Si te pasas, muy bien, pero recibes una multa.

1 comentario:

  1. Yo hago lo imposible por huir de ellas, especialmente en las despedidas de un grupo con el que has estado tomando algo. ¡Me agobia pensar que tengo que dar dos besos a cada uno de los integrantes..... ! Y que decir de los abrazos interminables en los no se qué hacer.
    En fin.... ¡Feliz Navidad! (Con muchos abrazos, besos y achuchones ;-) )

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