Agarre el libro de Louis Hay “Usted Puede Sanar su Vida” y ponga en práctica los trucos de una de la
escritora de libros de autoayuda más conocida, simplemente mírese al espejo y
coloque los dedos en la garganta para sentir cómo vibran las cuerdas vocales
mientras pronuncia las siguientes palabras mágicas:
-“Me quiero, me acepto, todo está bien”.
Repita la consigna cuantas
veces sea necesario, convierta este gesto en una rutina equiparable al
cepillado de dientes y no dude que aunque usted no acabe de creérselo, a fuerza
de insistir, quizá algún día consiga al menos no considerarlo una necedad.
La autora se atreve a clausurar el libro con una tabla en la
que clasifica una serie de enfermedades determinando sus causas y aportando un
eslógan para repetir ante el espejo a modo de antídoto. Se atreve a incluir
dentro de la lista dolencias y enfermedades que van desde un simple brote de
acné o una fístula hasta diferentes tipos de cáncer. Por poner un ejemplo,
según ella, las causas de una fístula son “liberación
incompleta de desechos, alguien se aferra al pasado” y para solucionar
dicho problema, usted debe colocarse delante del espejo y repetir una y otra
vez (siempre sintiendo la vibración de las cuerdas vocales):
-“Con amor me libero
totalmente del pasado. Soy libre. Soy amor”
Respeto la tesis de que uno es responsable de su estado de
ánimo hasta cierto punto y tiene el poder de relativizar o atenuar las
emociones negativas, pero de ahí a pensar que uno es capaz de todo con tan solo
creérselo me suena al versículo bíblico ese de “la fe mueve montañas”. Uno puede facilitarse o complicarse la vida
pero nunca nadar contra corriente. Así que, si se siente preso de una
injusticia, tiene derecho a lamentarse y quejarse sin recrearse en ella, claro
está. El comentario: “le está bien
empleado, que se fastidie” me suena a vendetta pelusera proveniente de vísceras
repletas de heces (ignórelo por su equilibrio homeostático)
No, uno no controla su destino como no controla su
respiración, se puede contener hasta cierto tiempo pero siempre acaba estallando
el instinto de supervivencia.
Por lo tanto, deje de culpabilizarse por todo lo que no puede
controlar y acepte que el caos forma parte de su existencia. Si se siente preso
de una circunstancia desfavorable, deje de buscar las razones objetivas que le
condujeron a ello. La ley de la causa y el efecto tiene muchas excepciones,
pregúnteselo a los cadáveres que dejan todas las catástrofes naturales (lástima
que se muestren siempre afásicos y circunspectos). Así que sumérjase en el
remolino llamado vida y espere a ver si la tormenta amaina. Nadie dijo que
fuera fácil.
Creo que a la Hay le hubiera gustado este post, porque tiene todo el espíritu de un libro de autoayuda, pero de los buenos, porque nada hay más sabio que ser consciente de que no se pueden controlar todos los aspectos de tu vida. Pero confieso que -y mira que me atrae el caos como romanticona que soy- pocas cosas me dan más paz que tenerlo todo bajo control, atado y bien atado.
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