Cuando el miedo se apodera de ti, estás perdido.
No es necesario que sea un pavor intenso, basta solo con que
se trate de una ligera sensación de incomodidad a la altura del pecho o
simplemente una duda con respecto a tu futuro tras un cambio.
Ese miedo moderado sostiene edificios defectuosos con el consiguiente
peligro de derrumbe inminente.
El “más vale pájaro en
mano”, el “¿dónde voy yo ahora?”,
el “más vale malo conocido” es el eje
vertebrador de la inmensa mayoría.
La imaginación está hecha de saltos al vacío, de simulacros
de asesinato y de suicidios fingidos, de rupturas radicales con el pasado que
nunca se producen.
No somos más que cobardes con arrebatos de temeridad, conformistas
travestidos de rebeldes.
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