Contemplaba el río
desde lo alto del puente con las manos agarradas a la barandilla mientras
reunía determinación para dar el gran salto.
Había pasado las
últimas semanas encerrado en su cuarto releyendo “El mundo como voluntad y
representación” de Schopenhauer . No somos más que el voluntad de vivir, un
deseo o pulsión insignificante de una fuerza omnímoda que gobierna el universo,
una fuerza que obra sin motivo y que se manifiesta en instintos, motivaciones,
deseos, pulsiones y tendencias.
No contempló las
opciones del arte o el ascetismo que proponía Schopenhauer como salidas. Matar
el deseo era la única forma de liberarse de él. Soltar las manos y volar unos
segundos antes de dejar de ser parte integrante de esa fuerza omnímoda de la
que todos los seres somos prisioneros.
Sentía miedo, no era
fácil luchar contra la Voluntad con mayúscula.
La voluntad de vivir
siempre nos hace apuntar la pistola hacia el prójimo, girar la boca de la
pistola hacia uno mismo es la Contradicción con mayúscula.
Hizo acopio de fuerzas
y consiguió soltar una mano.
El puente era un lugar
abandonado, una carretera secundaria apenas transitada. ¿Quién iba a acercarse
allí un lunes a las tres de la madrugada?
Le surgieron dudas. ¿De verdad quería soltarse
de la otra mano?
Se oyó un murmullo
lejano que se acercaba y acabó por convertirse en una canción reconocible.
Provenía de un vehículo que se aproximaba.
La escuchaba cada vez
con más nitidez en el silencio de la noche. Era la canción “Resistiré” del Dúo
Dinámico.
Giró la cabeza y vislumbró los faros del coche
aproximándose al puente. Decidió volver a sujetarse con las dos manos, como si
el estribillo de la canción le hubiese convencido de que realmente valía la
pena seguir siendo una gota insignificante en el océano de la Voluntad:
Resistiré,
erguido
frente a todo,
me
volveré de hierro
para
endurecer la piel.
Y
aunque los vientos de la vida soplen fuerte,
soy
como el junco que se dobla
pero
siempre sigue en pié.
Hay que haber leído a
Schopenhauer para escribir un estribillo así- pensó...
Ja, ja, ja, ja... Tenias razón, indiscutiblemente más agradable de leer que el anterior.
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