jueves, 10 de diciembre de 2015

CAMINO HACIA LA UTOPÍA


Puede ser que algún día se nos abran de una vez por todas los ojos y nos demos por fin cuenta de cuán absurdas son nuestras preocupaciones cotidianas de primer mundo y aprendamos por fin a vivir en el presente, sin proyectar al futuro ni volver la vista atrás, sin compararnos con nadie para salir perdiendo o ganando (no sé cuál de las dos modalidades es más venenosa)

Puede que seamos conscientes de que todo excepto el “ahora” es un mero espejismo y dejemos de temer los peligros en potencia o los fantasmas de antaño.

Puede que en algún momento el mundo se ponga de acuerdo en vivir el momento actual exclusivamente, inspirando y espirando mientras dice ooooooohhhhmm, prolongando mucho la vocal para que sea más efectivo.

Menos probable, pero no descartable (todo tiene solución menos la muerte) es que todos nos cojamos de la mano como hermanos y sintamos la energía positiva fluir a través de nuestra corporeidad, mirando con dulzura a quienes tenemos al lado y sonriendo sin mostrar los dientes, como miran las buenas personas a los transeúntes desconocidos.

Quizás estemos a muy poco de conseguir eliminar todo tipo de barreras que nos separan por clase social, raza, sexo, religión, grado de afinidad o talla de zapatos.

Pero mientras alcanzamos ese estadio evolutivo que todavía  somos incapaces de  vislumbrar, recuerda que ya mismo llega la Navidad, y con ella, se esfuman de un plumazo  todas y cada una de las malas personas, así que no te pongas triste, campeón/a.

¡Menos da una piedra!

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