martes, 1 de septiembre de 2015

EL SECRETO DE LA INFELICIDAD


No sé cuál es el secreto de la felicidad pero sí que podría escribir un tratado acerca de cómo ser un perfecto infeliz.

La clave estaría, sin lugar a dudas, en tratar de complacer a todo el mundo en todo momento. Cuando un objetivo tan sumamente elevado se puede condensar en un enunciado simple y fácil de memorizar, se convierte automáticamente en un dogma. “Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo” es un claro ejemplo. En lo que aquí nos atañe, la máxima sería: “actúa en todo momento según las expectativas del prójimo hacia tu persona”.

El primer axioma te llevará al paraíso en la vida después de la muerte según la religión católica. El segundo te hará un desdichado sin interrupción en esta.

Ambos propósitos tienen el peso suficiente para que uno se esfuerce a toda costa en conseguirlos.

Cioran decía que hacer cualquier cosa para obtener la salvación es “vender el alma a Dios”.

Véndesela. Otra cosa es que te la quiera comprar. Calvino hablaba de la predestinación de las almas. Dios, en su omniscencia, ya sabe quién va a ir al cielo y al infierno.

Pero no nos desviemos del tema en cuestión y dejemos los temas realmente importantes a los teólogos, que para eso tienen su título universitario. Yo quiero explicarte el secreto de la eterna frustración e infelicidad en la tierra y a ti te interesa.

Complace siempre a todo el mundo, haz lo que se espera de ti, no defraudes a nadie, obra como si fueses una marioneta movida por las expectativas y deseos ajenos y conviértete en el marido o la mujer ideal, el hijo ejemplar, el ama de casa prototípica, el hermano perfecto, la amiga que nunca falla o por qué no, el asesino a sueldo que cualquier magnate contrataría.
 
 
 

Ya lo sé, lo que tú quieres es ser feliz. Vaya, ahí no te puedo ayudar mucho. Ya te lo advertí desde el principio. Pero supongo que si haces lo contrario a lo que te he dicho, quizás obtengas algo parecido a la felicidad. No te garantizo una dicha orgásmica pero sí un cierto sucedáneo de bienestar.

Entonces, vamos a negarnos en todo momento a complacer las expectativas que los demás arrojan irremediablemente sobre nosotros. Vamos a matar al prójimo de un tiro por la espalda.
 
 

Lo sé, es imposible matarlos a todos, pero no está todo perdido aún.

Haz lo que te salga del….co… del corazón, intenta regirte por tus propias ideas y convicciones. Aunque claro, las éticas personales corren el riesgo de ser antagónicas porque ser un asesino a sueldo perfecto choca con el “no matarás” tan anquilosado en la moral de tantas personas.

Este… olvídate de lo que he dicho si eres un psicópata, por favor. Esta entrada no va contigo.

A lo que iba, intenta ser consecuente con tus deseos, metas, aspiraciones, ilusiones, anhelos y actuar de acuerdo a tus principios (absténganse desequilibrados y demás perturbados mentales) Tal vez así seas un poco menos infeliz que intentando contentar a todo el mundo a diestro y siniestro o por lo menos harás que tu existencia sea un poco más sosegada.

Easier said than done, que diría cualquier anglófono. Bueno, piensa que no es fácil pero que la otra opción, matar a todo el mundo para que nadie espere nada de ti y convertirte en un ser desprovisto de expectativas ajenas, es imposible.

Quizás te ayude saber que lo más probable es que nadie hable mal de ti en tu funeral.

La muerte tiene eso, que democratiza y tapa las expectativas ajenas frustradas  sobre cada uno de nosotros.

 

 

 

1 comentario:

  1. Amén. Y me encanta eso del "no matarás tan anquilosado en algunas personas"... puristas de la moral, que diríamos.

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