Darwin reconoció la sonrisa como mecanismo evolutivo, una
forma de mostrar “no enemistad” y evitar el conflicto. Como primates
evolucionados con el genoma necesario para estudiar empresariales, hemos
llevado el concepto mucho más lejos. Ya no se trata de mostrarse afable sino de
sonreír para ocultar que no se está triste, que todo va bien, que somos
felices; una mueca semivacua que te hace ser admirado, dueño de circunstancias
personales deseables por tu entorno y hasta envidiado (de forma sana siempre,
eso sí)
Hemos hecho de la pose un estilo de vida. Gracias a las redes
sociales, la gente ha aprendido a sonreír colocando el ápice de la lengua en la
parte posterior de los incisivos superiores al estilo más hollywoodiense.
Huelga decir que unos dientes torcidos no son merecedores de
ser expuestos en la vitrina de la felicidad semifingida y hay que usar
ortodoncia sí o sí, como ves tienes opciones a elegir, no te quejes.
Navega y compárate con el resto de rostros sonrientes. El
paragón debe darte una idea de cuán feliz eres de verdad, es tu punto de
referencia.
Nunca es mal año por mucho trigo, así que cuantas más
sonrisas exhibamos, más creíble será la idea de que somos sin lugar a dudas un
ser jovial y dichoso.
Los psicólogos se empeñan en decir que la comparación con el resto
de personas no es positiva para la autoestima y que asomarse al “caralibro” con demasiada frecuencia te
hace más infeliz al ver que por mucho que simules fortuna y alegría, siempre
acabas dando más crédito a la suerte ajena que a la tuya propia; quizás porque
en el fondo no consigas creértela por más que la evoques o simplemente debido a
que profesas envidia sana a mansalva.
En cualquier caso, piensa que la persona que más sabe de
felicidad hoy por hoy es un señor que anuncia el pan Bimbo por la tele y lo que
repite una y otra vez es que “la felicidad está en la antesala de la felicidad”;
es decir, se es más feliz esperando que llegue un viaje planeado que a lo largo
del viaje en sí. Contar los días que quedan para una fiesta esperada nos hace
más felices que la fiesta en sí.
Por lo tanto, la próxima vez que mires las sonrisas
congeladas en las fotos de facebook,
piensa que fueron tomadas en la “sala de la felicidad”-no en la antesala- y por lo tanto, ya
encierran algo de decepción, costumbre y hartazgo.
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