lunes, 9 de febrero de 2015

FELICIDAD EXHIBICIONISTA


Darwin reconoció la sonrisa como mecanismo evolutivo, una forma de mostrar “no enemistad” y evitar el conflicto. Como primates evolucionados con el genoma necesario para estudiar empresariales, hemos llevado el concepto mucho más lejos. Ya no se trata de mostrarse afable sino de sonreír para ocultar que no se está triste, que todo va bien, que somos felices; una mueca semivacua que te hace ser admirado, dueño de circunstancias personales deseables por tu entorno y hasta envidiado (de forma sana siempre, eso sí)

Hemos hecho de la pose un estilo de vida. Gracias a las redes sociales, la gente ha aprendido a sonreír colocando el ápice de la lengua en la parte posterior de los incisivos superiores al estilo más hollywoodiense.

Huelga decir que unos dientes torcidos no son merecedores de ser expuestos en la vitrina de la felicidad semifingida y hay que usar ortodoncia sí o sí, como ves tienes opciones a elegir, no te quejes.

Navega y compárate con el resto de rostros sonrientes. El paragón debe darte una idea de cuán feliz eres de verdad, es tu punto de referencia.  

Nunca es mal año por mucho trigo, así que cuantas más sonrisas exhibamos, más creíble será la idea de que somos sin lugar a dudas un ser jovial y dichoso.

Los psicólogos se empeñan en decir que la comparación con el resto de personas no es positiva para la autoestima y que asomarse al “caralibro” con demasiada frecuencia te hace más infeliz al ver que por mucho que simules fortuna y alegría, siempre acabas dando más crédito a la suerte ajena que a la tuya propia; quizás porque en el fondo no consigas creértela por más que la evoques o simplemente debido a que profesas envidia sana a mansalva.

En cualquier caso, piensa que la persona que más sabe de felicidad hoy por hoy es un señor que anuncia el pan Bimbo por la tele y lo que repite una y otra vez es que “la felicidad está en la antesala de la felicidad”; es decir, se es más feliz esperando que llegue un viaje planeado que a lo largo del viaje en sí. Contar los días que quedan para una fiesta esperada nos hace más felices que la fiesta en sí.

Por lo tanto, la próxima vez que mires las sonrisas congeladas en las fotos de facebook, piensa que fueron tomadas en la “sala de la felicidad”-no en la antesala- y por lo tanto, ya encierran algo de decepción, costumbre y hartazgo.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario