Hoy me ha dado por pensar en las razones que hay detrás de
este blog. ¿Para qué escribo aquí? ¿Qué sentido tiene sentarse delante del
portátil y escribir una entrada (tengo un amigo que odia los anglicismos y voy
a intentar evitar el término “post”)
No sé, entendedme, me ha dado por esto como me podría haber
dado por la droga o el tiro al plato. Es extraño, la verdad ¿Hasta qué punto
uno elige los pasatiempos (evitaré el término “hobby” para que no se cabree mi
amigo)? ¿No serán ellos los que lo eligen a uno?
Pensad en el ama de casa a la que le da por hacer encaje de
bolillos, por ejemplo:
-Me he apuntado a un
curso de encaje de bolillos y empiezo el martes.
Si hay que anunciar a tu entorno que te has inscrito en un
curso de encaje de bolillos, debes hacerlo en la sobremesa con el café, aunque
para que quede más total aún, es recomendable anunciar la matrícula del curso
tras haber ingerido una bolsa de pipas de quinientos gramos tras la merienda.
Solo una persona con tiempo para comer pipas puede adoptar la decisión de hacer
encaje de bolillos.
En cualquier caso, no creo que su entorno le cuestionara su
afición a pesar de constituir bajo mi punto de vista una actividad, a ver, cómo
lo diría sin herir sensibilidades… asesina de tiempo libre.
Aunque cueste creerlo, todo el mundo se queja de falta de
tiempo libre y cuando conseguimos una pequeña dosis, lo acribillamos a
puñaladas. De hecho, quizás esa es la
diferencia básica entre estar ocioso y estar ocupado. El ocioso no es tal si no
se dedica a perder el tiempo.
Cuando la gente descubre que escribo un blog, se sorprende y
acto seguido me incluye en su lista personal de “frikis” (esta vez sucumbo al
evitar el anglicismo, lo siento)
A continuación me preguntan que para qué escribo y yo, que lo
hago como el que hace macramé, no sé muy bien qué contestar.
Supongo que empecé a escribir porque empecé a admirar a
escritores a los que había leído: burdo aprendizaje vicario, imitar lo que te
gusta.
Más tarde me di cuenta de que me lo pasaba bien. Escribir es
recordar, cuestionar, imaginar, reírse de uno mismo o darse pena y ante todo,
matar el tiempo libre, porque pocas son las diferencias que veo hoy por hoy
entre escribir un blog y hacer encaje de bolillos.
Si extraña es la pregunta de por qué escribo un blog, también
me resulta rara la pregunta de por qué
la gente lee mi blog. Me imagino que habrá todo tipo de opiniones y
motivaciones para hacerlo.
Yo sólo puedo afirmar con rotundidad una cosa dentro de lo
chocante que me resulta verme escribiendo y os aseguro que escribo porque
quiero que me lean.
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