jueves, 23 de enero de 2014

DE ESENCIAS Y DELGADAS LÍNEAS



Existe una delgada línea que separa el bien del mal, lo positivo de lo negativo, lo deseable de lo detestable y lo grandioso de lo ridículo.

Hay que andarse con cuidado a la hora de mencionar los puntos fuertes propios porque el límite rebasado te convierte en un fanfarrón al que todo el mundo ridiculiza a sus espaldas.

Cuidado con transigir y actuar de manera generosa, exceder la linde te convierte en un papanatas del que todos abusan.

No bajes la guardia a la hora de intentar hacer reír a los demás, si traspasas la frontera, todo el mundo renegará de tu cargante y fatigoso carácter.

Mira a tu alrededor cuando veas tu belleza en su apogeo y piensa que más que una virtud es un estado transitorio que a veces te lleva a tratar con desdén y despotismo a los menos agraciados. Recuerda que si pasas la frontera adquirirás tintes divinos y te harás inaccesible al cariño carnal.

Mezcla en un recipiente transparente un poco de vanagloria y soberbia, otro de estupidez, una buena dosis de ridículo y sin sentido y remuévelo bien hasta mezclarlo con la base de mortalidad que venden en cualquier sitio. Deje reposar la masa antes de añadir los siguientes ingredientes: un puñado de sentimiento de culpa, otro de piedad, una cucharada  sopera de amor-odio y dos cucharaditas de distracción. No olvides aderezarlo con  una pizca de impaciencia, neurosis y miedo a lo desconocido. Mételo con cuidado en el horno a potencia media para no matarlo antes de tiempo y obtendrás la pasta de la que está hecha cualquier ser humano perdido en la vida.

Las fronteras están hechas para contener esa pasta-base que se empeña en salir del molde que la retiene.

Tened mucho cuidado.

 

 

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